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El guerrillero y la letrista….

Author: Alfonso Santillana / Etiquetas:

Sus veintidós años de distancia se unieron por un camino de versos y flores buenas. Ella era un poema de puna aurífera y él un fusil de clase media. Se reconocieron ella hecha onda de radio y él verso de libreta. Un encuentro de hola y adiós, de antologías y autógrafos, como se nutren la bala y la flor. Ella lo detuvo en el aire y le dijo déjame que te cuente…él le respondió que no podía quedarse, que era un río y debía seguir hacia el mar. Él partió a la selva para volverse el más victorioso de los derrotados y ella acarició sus olas con una canción.

Maria Isabel


Mirada campesina cosechando

alboreos de acompasados latidos,

discreta boca que vierte trinares

vaivenes de una voz en tres cuartos,

por la estación de los desamparados

guijarros orillan en un río

los arrullos de su valse generoso.

Sobre paisajes de pasos perdidos

a lomo de palo de escoba sus punas bravas

se aprestan de alfombra para su hidalguez /

dignidad que perfuma la estrechez de las calles

donde su sangre añil de pureza negra

toca los timbres de suspiros dormidos,

cunde su virtuosista vocablo hispano

para besar las oxigenadas manos

de las copas de su jungla de esmeralda

y las verdes trenzas de su pacífica salmuera

que mueren por acariciar la galanura de su paso.

Dama amante de las buenas costumbres,

corazón de cuerda y de madera,

alabastro de mejillas rindiendo tribuna

a una mirada tan profunda que casi oculta

sus dos cielos azules de sierra,

rocío de solera nata de una

ancestral elegancia enamorada

de puentes y alamedas,

pertinente verso como cadena de banderas

pidiendo piedad para una ciudad en extinción,

reflexivo temple nutrido

por la áspera rudeza del barranco.

Corazón de cuerda y de madera,

alboreos de acompasados latidos,

vaivenes de una voz en tres cuartos,

rocío de solera nata de una

ancestral elegancia enamorada

de puentes y alamedas,

dignidad que perfuma la estrechez de las calles,

discreta boca que vierte trinares

arrullos de su valse generoso

pidiendo piedad para una ciudad en extinción.



Javier Heraud


Fuiste un río de sueños

que creció creció como un cause

por calles angostas y venideras,

fuiste un fusil visionario /

valiente hombre casi niño

que tiñó de poesía la muerte misma,

fuiste margen izquierda

para un lirismo que acompasó

los vaivenes de rebeldes cabellos

que bañaron tu frente de espinas.

Compañero, déjame tocar mi rostro

en el reflejo de tus aguas cristalinas

que no faltó quien divagar quiso

el fantasma luminoso de tu verso,

regaron la gravedad de tu mirada

sobre las turbias aguas de otro río

que creció creció como un cause,

diecinueve revoltosas madreselvas

ensombrecieron el verbo de tu pluma,

diseminaron las páginas de tu palma

para dar de deber a tu pueblo.

Por si ya no tronase tu fusil visionario

alertas están las piedras y los árboles

que maduraron con la caricia de tu entrega;

alertas están los tinteros y las imprentas

delirante apetito por la caricia o por la bala.




Cuando olvidamos recordar…

Author: Alfonso Santillana / Etiquetas:

Quiero darles a todos la bienvenida a mi blog. Me gustaría comenzar con un tema que está en boca de todos. “La Memoria”. Pero no de la facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado, esa es muchas veces insuficiente porque el cerebro tiende sólo a recordar lo que quiere, no es pues un medio exacto, recordamos lo que creemos sucedió no lo que en realidad ocurrió. La ciencia de la memoria por otro lado es el esfuerzo de los grupos humanos para encontrarnos con nuestro pasado, esta ciencia depende de las instituciones encargadas de elaborarla, estudiarla, conservarla y perpetuarla. Las instituciones de la memoria: el propio oficio del historiador, las Academias, los Departamentos y Facultades Universitarios, los Archivos y Bibliotecas, y su soporte fundamental, que son los escritos (libros, y todo tipo de fuentes documentales).


Si bien la historia siempre la escribe “el vencedor” uno debe siempre confiar en la imparcialidad del historiador que escribe sus crónicas con visión de futuro.


"Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro." – George Orwell. Por eso es importante recordar, pero recordar la verdad, sin capas de caramelo.


"Un pueblo que no sabe su historia es pueblo condenado a irrevocable muerte. Puede producir brillantes individualidades aisladas, rasgos de pasión de ingenio y hasta de género, y serán como relámpagos que acrecentará más y más la lobreguez de la noche." -

Marcelino Menéndez Pelayo.


Hace algún tiempo atrás escribí un poemario pensando en el olvido, el peligro que él representa el afianzamiento de la paz y como él es la principal semilla para que aquellas noches de terror y oscuridad se repitan en cualquier nación que haya sobrevivido el odio fraticida que es la teoría de una guerra civil, siendo esta la practica.


Del poemario “Advertencia a la Generación de la Posguerra"


** Las fotos pertenecen a la exposición: "Yuyanapaq / Para recordar"




Advertencia

a la generación de la posguerra


Las balas no hacen ruido.

Cuando su tierra empapada de sangre

cubierta esté por las flores

estercoladas por la carne hermana /

cuando el fuego se halle extinto /

cuando no hayan más ventanas rotas /

cuando los vientos del tiempo

hayan lavado las cenizas:

Niños que no saben de buitres

¡Recuerden! ¡Recuerden! ¡Recuerden!

Que el olvido es la pólvora del mañana.


Niños natos bajo el resplandor de la paz

¡Presten atención! ¡Alertas!

La guerra siempre busca

constantemente hambienta

por carne hermana, por gritos,

por zapatos sin dueños, por cegados ojos.

Niños de miradas iluminadas

si son gozosos viendo a su pueblo

tan humano

tan esperanzado

si no saben nada del miedo y el terror.

¡Recuerden! ¡Recuerden! ¡Recuerden!

Que el olvido es la pólvora del mañana.


Generación de la posguerra

dejamos por escrito nuestra advertencia.




La oscuridad de la Guerra


Su guerra era mayor que nosotros,

nuestro patio una ciudad vacía,

toque de queda vestido de verde.

Buscando la pubertad

encontramos el sonido del miedo:

alarmas beligerantes /

galopantes latidos de coches bomba /

trizadas ventanas /

tanto ruido,

tanto ruido,

ruidosa muerte,

ruidoso silencio.


Driblando miedo y odio

cada noche esperábamos

por que las torres caigan /

por la banda sonora de sirenas /

por el apagón

para jugar a las escondidas

en la oscuridad.

Nuestras risas iluminaban

nuestra calle,

nuestros susurros

silenciaban

sus sirenas,

escondidos detrás de un árbol

nuestro latido galopante

significaba otra cosa,

contra nuestra inocencia

su guerra ya no era tan grande.



Hedor de carne quemada


Mustias mañanas

de viudas lloronas /

de afectos rotos

y dolientes ojos,

hedor a carne quemada;

peste de vida dejando un cuerpo,

respirando del dolor de la tierra

abatida la sangre

sangre tonta / sangre silente

otorgada a un odio sanguinolento.

Lamo mis poéticas manos

como un aullido sin fin

tratando de encontrar una salida /

tratando de despertar de un mito

tan viejo como el mar.

Salvajes animales corren en mis venas;

sólo la muerte es eterna.

Hornos de barro calentando

gélidos vientos sureños

torrentes de caídos.

Llevo en mí su olor:

esencia de un adiós /

sombras de una guerra /

quienes odian y los odiados:

no hay muerto mejor ni peor;

los de un bando y los del otro:

todos los muertos son iguales;

su pestilencia es la misma para mí /

el hedor de su carne quemada

es la misma para mí.