Sus veintidós años de distancia se unieron por un camino de versos y flores buenas. Ella era un poema de puna aurífera y él un fusil de clase media. Se reconocieron ella hecha onda de radio y él verso de libreta. Un encuentro de hola y adiós, de antologías y autógrafos, como se nutren la bala y la flor. Ella lo detuvo en el aire y le dijo déjame que te cuente…él le respondió que no podía quedarse, que era un río y debía seguir hacia el mar. Él partió a la selva para volverse el más victorioso de los derrotados y ella acarició sus olas con una canción.
Maria Isabel
Mirada campesina cosechando
alboreos de acompasados latidos,
discreta boca que vierte trinares
vaivenes de una voz en tres cuartos,
por la estación de los desamparados
guijarros orillan en un río
los arrullos de su valse generoso.
Sobre paisajes de pasos perdidos
a lomo de palo de escoba sus punas bravas
se aprestan de alfombra para su hidalguez /
dignidad que perfuma la estrechez de las calles
donde su sangre añil de pureza negra
toca los timbres de suspiros dormidos,
cunde su virtuosista vocablo hispano
para besar las oxigenadas manos
de las copas de su jungla de esmeralda
y las verdes trenzas de su pacífica salmuera
que mueren por acariciar la galanura de su paso.
Dama amante de las buenas costumbres,
corazón de cuerda y de madera,
alabastro de mejillas rindiendo tribuna
a una mirada tan profunda que casi oculta
sus dos cielos azules de sierra,
rocío de solera nata de una
ancestral elegancia enamorada
de puentes y alamedas,
pertinente verso como cadena de banderas
pidiendo piedad para una ciudad en extinción,
reflexivo temple nutrido
por la áspera rudeza del barranco.
Corazón de cuerda y de madera,
alboreos de acompasados latidos,
vaivenes de una voz en tres cuartos,
rocío de solera nata de una
ancestral elegancia enamorada
de puentes y alamedas,
dignidad que perfuma la estrechez de las calles,
discreta boca que vierte trinares
arrullos de su valse generoso
pidiendo piedad para una ciudad en extinción.
Javier Heraud
Fuiste un río de sueños
que creció creció como un cause
por calles angostas y venideras,
fuiste un fusil visionario /
valiente hombre casi niño
que tiñó de poesía la muerte misma,
fuiste margen izquierda
para un lirismo que acompasó
los vaivenes de rebeldes cabellos
que bañaron tu frente de espinas.
Compañero, déjame tocar mi rostro
en el reflejo de tus aguas cristalinas
que no faltó quien divagar quiso
el fantasma luminoso de tu verso,
regaron la gravedad de tu mirada
sobre las turbias aguas de otro río
que creció creció como un cause,
diecinueve revoltosas madreselvas
ensombrecieron el verbo de tu pluma,
diseminaron las páginas de tu palma
para dar de deber a tu pueblo.
Por si ya no tronase tu fusil visionario
alertas están las piedras y los árboles
que maduraron con la caricia de tu entrega;
alertas están los tinteros y las imprentas
delirante apetito por la caricia o por la bala.
3 comentarios:
Enhorabuena por tu blog.
Muy impactante estas líneas del poema en tu primera nota:
¡Recuerden! ¡Recuerden! ¡Recuerden!
Que el olvido es la pólvora del mañana.
Sin embargo, se me ocurre algo: que la memoria también conduce a la guerra, porque es en ella donde se depositan los rencores de raza, de casta, de ideología y de religión.
Es arma de doble filo.
Bienvenido a la aventura bloguera. Tenemos amigos comunes por lo que veo. Acabo de ver la firma de Víctor y yo me uno a esta celebración de la palabra densa y plena de sentido. Me ha gustado lo que he leído. En seguida se percibe la fuerza poética de lo escrito. Los dos poemas son certeros pero esa idea del encuentro entre el fusil visionario y la poesía es sugerente. Te enlazaré en mi blog y te iré siguiendo. Es un honor que te hayas dirigido a mí para enseñarme tus poemas. Un cordial saludo.
Qué pasó por aquí!!!!Vamos ánimo!!!A escribir!!!
Publicar un comentario